Mi padre me ponía con los talones y la espalda bien pegados al marco de una puerta, con la cabeza bien erguida. Entonces cogía el cuchillo de la cocina, apoyaba la hoja sobre mi cabeza y, con la punta, trazaba una muesca en la madera. Luego pedía a mi madre el metro de costura y medía la altura. Este chico ha pegado un buen estirón.      En la asamblea del 4 de septiembre Las Crisálidas pegó un buen estirón. Cerramos el curso 20-21 —que se llegó a entreverar con las vacaciones de verano— y empezamos un ilusionante bachillerato como paso previo a tomar responsabilidades de adultos.

La reforma de estatutos aprobada en la asamblea supone la ampliación de una estructura de gestión asociativa que, a pesar de su origen improvisado, ha servido para reunir a 52 personas que hemos trabajado en comisiones y grupos de debate y hemos difundido la buena nueva de la vivienda colaborativa entre amigos y familiares, en las redes sociales y medios de comunicación y hasta en palacios mudéjares en los que reside el poder legislativo autonómico.

Hemos buscado apoyos profesionales valiosos para nuestra formación, hemos hecho virguerías para debatir en tiempos de pandemia, nos hemos divertido, hemos reído y discutido. Como en las mejores familias.

Y aquí estamos. Dispuestos a afrontar un nuevo curso, una nueva etapa de la que deberá surgir al menos una cooperativa que materialice un proyecto de vivienda colaborativa. El reto es importante y para ello se requiere una mayor implicación de todos, tanto en las comisiones sectoriales como en la propia Junta Coordinadora. En este órgano, el paso de tres a siete miembros permite un mejor reparto de tareas, por lo que no se debe tener miedo a asumir un trabajo desbordante, aunque sí debe ser proactivo y responsable.

Contamos entre los asociados con gente que ha demostrado su competencia profesional en ámbitos variados. Conocemos ya a personas con capacidad de gestión y liderazgo mostradas en comisiones, grupos y debates. Hay cantera.

En breve, la rebautizada Junta Coordinadora convocará elecciones para cubrir sus siete cargos más dos suplentes. No debemos conformarnos con una lista electoral de nueve candidatos, ya que eso desvirtúa el concepto de elección. Al menos quince o veinte personas de ambos sexos deberíais de dar un paso al frente.

Que hemos dado un buen estirón y ya somos mayorcitos.

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