A saia de

Carolina ten un

lagarto pintado: cando

Carolina baila,

o lagarto dalle ao rabo

Canción popular gallega

    Me encargaron, apresuradamente, en el consejo de redacción de El Boletín, una entrevista con la ministra Yolanda Díaz y documentándome supe que iba a intervenir el viernes 16 de julio en la Trigésimo Cuarta Semana Negra de Gijón. Contacté con su secretario y después de mucho porfiar, gracias al prestigio periodístico que ya tiene El Boletín de Las Crisálidas, conseguí concertar la entrevista.

    La ministra actuaba junto a Esteban Hernández, jefe de la sección de opinión de El Confidencial y Enric Juliana, director adjunto de La Vanguardia del empresariado. La intervención de la ministra versó sobre la recuperación económica, que en su opinión solo puede ir de la mano de la recuperación social y del cambio de modelo productivo, como propone la antropóloga y ecofeminista Yayo Herrero, haciendo hincapié en la economía de los cuidados y en la necesidad de consolidar el empleo. En una segunda intervención, a propósito del procés, la ministra desarrolló un concepto interesante y polémico en torno al cual desarrollé después la entrevista. Dijo, la ministra Díaz, España es compleja pero no necesariamente complicada, tiene que ser plural y abandonar la carga pesada del concepto patria y sustituirlo por matria. Después de decir esto se generó la polémica, como si Carolina* hubiese agitado su saya, que dirían en Galicia. Y aquí, mis queridas y queridos lectores, enlazo ya con la entrevista que le realicé tras su intervención en el foro de la Semana Negra de Gijón.

   La ministra Yolanda Díaz es una mujer cálida, siempre te mira a los ojos, tiene un perfil afilado pero la sonrisa siempre a punto. Va vestida con pantalón negro y camiseta rematada en un encaje también negro, zapatos negros de tacón y una chaqueta gris perla entallada, con grandes botones negros todo en consonancia con la Semana Negra donde acaba de intervenir; lleva el pelo muy cuidado recogido parcialmente a los lados con unas pinzas como de carey; los pendientes y el collar terminan en unas vieiras recordándonos que, como presume ella a menudo, es gallega y fala galego; en el dedo anular de la mano derecha lleva una alianza y en el de la mano izquierda un anillo, también porta una pulsera ancha tipo muñequera en su brazo izquierdo.

Después de tomar contacto y enseñándole las credenciales de El Boletín vamos caminando hasta una terraza frente al puerto, nos sentamos. La invito para romper el hielo, a una Estrella Galicia y un medio cachopo porque se ha hecho la hora de tomar un tentempié. Mientras tomamos la cerveza y damos cuenta de los respectivos medios cachopos le voy haciendo las preguntas. Había comenzado tratándola formalmente de ministra pero me pide con una sonrisa que la llame Yolanda, al tiempo que me confiesa que se llama así por la canción de Pablo Milanés que les encantaba a sus padres.

—En el diálogo de hace un ratito ha propuesto un concepto, matria, que aunque no es neologismo completamente novedoso, ya lo había empleado por ejemplo Virginia Woolf, me gustaría que explicase para nuestros lectores.

    —¿La matria qué es? Bueno, matria, se opondría y sustituiría al trasnochado y patriarcal concepto de patria que tanto ha contribuido a enfrentarnos históricamente. Matria debería ser algo que nos cuidara, que tratara por igual a todas las partes que la constituirían. Que diera más al que es más desigual y menos al que hay que darle menos, que no discriminara a nadie porque hablase una u otra lengua o porque tuviese una posición política determinada. Sería así un país que se daría la mano a través del diálogo entendido de forma deliberativa llegando a puntos de encuentro. 

    Mientras la ministra Yolanda da un sorbo breve a su cerveza, aprovecho para precisar. 

   —En algunos aspectos ese concepto matria se asemeja a aquellos postulados del socialismo de dar a cada uno, no lo mismo, sino según sus necesidades.

    —Claro, es que es un postulado que no tenemos por qué rechazar o dejar de lado. No obstante, si quisiéramos precisar en tres palabras el concepto matria éstas serían: cuidados, igualdad y diálogo. El cuidado o los cuidados, que siempre han estado a cargo de las mujeres, debe ser un referente de la nueva sociedad que debemos construir con un cambio de paradigma, un nuevo modelo productivo donde la sociedad valore sobre todo ese aspecto social y humano del cuidado. Además también habría que incluir los cuidados que necesita la Tierra, nuestro planeta, a la que hemos puesto en una situación límite al borde de un cambio climático ante el que si no actuamos todas y todos rápidamente será irreversible. Nunca se ha cuantificado el valor de los cuidados en términos económicos y sin embargo será lo que nos hará crecer permitiéndonos acceder a una sociedad más justa y equitativa.

    —Las cooperativas de viviendas colaborativas senior, o para mayores, tienen entre sus valores fundamentales la autogestión, el apoyo mutuo y los cuidados para envejecer de una manera activa y más humana frente al modelo fundamentalmente basado en el negocio que ofrecen las residencias al uso. ¿Conoce usted, Yolanda, ese modelo?

    —No solo lo conozco sino que comparto y apoyo esos valores. Estoy al tanto de las innovaciones legales que gobiernos autonómicos, como el de esta comunidad en la que ahora estamos, están preparando para potenciarlos. No obstante queda todo un trayecto enorme por recorrer. La matria debe conseguir un modelo de sociedad con el ser humano y su calidad de vida como referente fundamental y la calidad de vida no es solo un asunto de tipo económico sino de cuidados y de apoyo mutuo como plantean esos modelos de cooperativas de viviendas colaborativas senior, por cierto que estoy tentada de integrarme en la cooperativa Ancoradoiro que se está formando en Vigo.

    Me dice esto último con ojos risueños e incluso he creído percibir un pequeño guiño de complicidad. Le hacen señas discretas pero claras a la señora ministra de que debemos terminar la entrevista y educadamente se despide de este modesto becario con sendos besos después de haberse colocado la mascarilla.

Tito Liviano

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* La Carolina de la copla es nada menos que Carolina Otero, la Bella Otero, que actuó durante muchos años en París en el Folies Bergère, donde era la estrella con sus bailes sicalípticos que conseguían de los espectadores el “dalle ao rabo”.

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