Sábado, 9 de octubre. Es el día elegido para visitar Blancas atendiendo a la invitación que Jesús y Carmen nos hicieron para conocer su pueblo y las dos sabinas: una, la sabina milenaria; y la otra, la réplica en hierro que ha realizado Jesús.      

La jornada pintaba muy bien, el día era soleado, fresco por la mañana y sin apenas viento. A las once quedamos en Blancas. Es un pueblecito de Teruel en la Comarca del Jiloca de poco mas de 100 habitantes y situado por encima de los 1.000 m. en medio de un inmenso páramo.       

Tras juntarnos las 22 Crisálidas, nos dirigimos, en un breve paseo, hasta la sabina de hierro, una escultura a tamaño natural realizada con aladros reciclados y en su mayor parte donados por los vecinos del pueblo. Pudimos escuchar con atención las explicaciones de Jesús de cómo fue forjando la idea y cómo la iba desarrollando. 

Es una magnífica escultura abrazando el horizonte con un gran tronco bien enraizado y cientos de hojas salpicando el cielo azul. Una sabina hermosa realizada con mucho trabajo y sin duda con mucho amor. Después pudimos visitar el parque escultórico repleto de figuras que nos llevaban por escaleras sorteando las dificultades de la vida o nos asomaban por ventanas hacía un mundo difícil de entender. Hierros y hierros retorcidos en pájaros, caras o corazones…

Tras los momentos vividos tocaba el momento gastronómico y llegó con un vermuteo entre los últimos preparativos para comer en el exterior. Ya todos acomodados disfrutamos de ensaladas, una riquísima caldereta de carne y arroz preparada por nuestra anfitriona Carmen y exquisitos postres especialidad de algunas crisálidas.

Para completar el día y después de la sobremesa, dimos un pequeño paseo para conocer el pueblo y nos quedaba todavía ver la sabina milenaria que se encuentra a unos tres kilómetros.

La sabina de Blancas se considera uno de los árboles mas viejos de Aragón y una reliquia de lo que debió ser un espeso bosque de carrascas y sabinas. Se estima que tiene entre 1.000 y 1.500 años de vida y competirá en 2022 para ser el árbol europeo del año.

Cobijados bajo sus frondosos brazos nos despedimos de un día magnífico que no olvidaremos.

Gracias de corazón a Carmen y Jesús por lo bien que nos hicieron sentir y por lo bien que lo prepararon todo. Quizá nos faltó ver el atardecer o el viento agitando con fuerza las hojas, pero estamos hablando de lugares milenarios. Seguro que nos esperarán ahí para otras ocasiones.

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