
En mi opinión, hay varios pilares sobre los que se asienta nuestra asociación. Uno, que yo considero fundamental, es el de los Grupos de Debate y Formación.
Actualmente los denominamos: A, B, C. No son un periódico. Pero, en cierta medida, se aproximan a ese formato, ya que también son un medio para recibir información con detalle, para intercambiar opiniones y para hacer preguntas, propuestas o sugerencias.
Cada grupo puede ser un ente vivo en el que las ideas y sentimientos individuales, una vez puestos en común, conformen un entorno de cercanía, confianza y acogida. En definitiva, esta manera de compartir anticipa la convivencia y el tipo de relaciones que quisiera en nuestras viviendas colaborativas.
Si pienso en otras cualidades posibles de los Grupos de Debate, derivadas de lo antes expresado, me surge una primera, y muy importante para mí: el sentimiento de pertenencia; el saberse partícipe de un sueño común. Cultivado y fortalecido en la dinámica que viene dada por su pequeño formato, adquiere su plenitud al ponerlo en común con el resto de compañeras/os en la Asamblea General.
Desde un punto de vista organizativo y de gestión, también es para valorar como asociación el hecho de que su tamaño debería hacer más fácil el encuentro y su desarrollo: el mayor tiempo en el uso de la palabra, el que sea una charla tipo “mesa camilla” que incentive la participación de las personas que habitualmente no lo hacen en grupos más grandes, el poder replantear algo que no se entendió bien, la posibilidad de organizar las intervenciones con familiaridad y sin la rigidez de la reunión de gran formato, etc.
Otras virtudes de esta forma original de relacionarnos en Las Crisálidas las dejo a vuestra reflexión personal y así no seré más exhaustivo aquí.
Finalmente, cabe decir que la utilidad de Los Grupos de Debate queda bien redondeada considerando que también permiten llevar a la Junta Coordinadora la voz de la Asociación, y viceversa, en el tiempo que transcurre entre asambleas.