En relación con la Conferencia sobre el cambio climático Cop26, celebrada en Glasgow recientemente, encontré en las redes un artículo de Luis González Reyes publicado en el periódico digital El Salto con el título “Apología de la relevancia de las acciones individuales”, el cual nos puede llevar a reflexionar a los socios de Las Crisálidas.

En dicho artículo el autor se pregunta si sirven de algo los cambios de hábitos individuales en las grandes transformaciones sociales.
Para el cambio socioeconómico y cultural que la humanidad necesita, las trasformaciones de hábitos individuales son centrales.
1.- Significan un ejercicio de empoderamiento. Cuando me responsabilizo y tomo control de mis actos individuales estoy construyendo una imagen de que soy sujeto y no objeto. Se pueden hacer de forma individual o en coordinación con otras personas: cerrar el grifo, apagar luces, articular cooperativas energéticas renovables y circuitos cortos de comercialización o huertos comunitarios productivos. La irrelevancia del acto individual se transforma en la relevancia del poder colectivo. La gimnasia ciudadana se torna en un ejercicio real de contrapoder.
2.- Siendo que “no actuamos como pensamos” sino que “pensamos como actuamos”, el hábito es importante para los cambios de “imaginarios”, de “sistemas de valores”. Adaptarnos a los límites que nos pone el planeta, a la austeridad consumidora, nos llevará a la justicia global.
En resumen, los cambios de hábitos, las pequeñas acciones cotidianas individuales y colectivas, tienen que ver con un proceso educativo interno y externo imprescindible para que se produzcan transformaciones sociales.