Cuando echo la vista atrás, pienso en cómo he ido conociendo y cogiendo cariño a personas y a este tipo de proyecto que no conocía de nada. El primer contacto que tuve fue fuera de este grupo, aunque ahí tuve relación con los artífices y motores que pondrían en marcha Las Crisálidas. Entonces todavía no sabíamos ni cómo se iba a llamar. La curiosidad y el deseo de que lo que me contaban pudiera realizarse me mantuvieron pendiente de lo que se estaba moviendo. Empezamos a andar, y cuando digo a andar es literal: andamos con el cuerpo, Ebro arriba y Ebro abajo, y dando pasos avanzamos en nuestro sueño. Y andando, soñamos con los suelos, pensamos en las normas, calculamos costos, valoramos los cuidados o ideamos la forma de difundir y acompañarnos unos a otros en esta aventura. Todo esto ha hecho que, salvando algunos escollos pero nada diferente a lo que es la vida misma, seamos un grupo que nos llevamos bastante bien. Va a ser verdad eso de que “el roce, hace el cariño”. Creo que, además del roce, el trabajar por este sueño también hace mucho.
Todo esto que comenzó andando por el Ebro se ha convertido en:

Estos son los espacios, ninguno de ellos más o menos importante que otro, han hecho que este sueño se haya convertido en un proyecto. Espacios desde donde podemos trabajar activamente para que siga su andadura y logre sus metas, uno o varios proyectos.
Os invito a participar desde cualquiera de estos grupos para seguir llevando el mismo ritmo que hasta ahora y para que el peso no caiga en exceso sobre algunos de sus miembros.