La vida y las necesidades cambian, incluso la forma de comunicarnos. Pero lo que nunca cambiará es la necesidad del ser humano por dialogar y relacionarse con otras personas y conseguir así estar en equilibrio con todos los que le rodean en los diferentes ámbitos de la vida.
La cohesión de las personas socias de Las Crisálidas tiene un papel fundamental para sentirnos pertenecientes a ella y para unificar esfuerzos en el logro de nuestras metas.
Las buenas relaciones van a surgir como resultado de nuestra comunicación permanente.
La interacción social de nuestras relaciones organizativas, identidad, y de las situaciones vividas, etc. se construyen en las conversaciones, con el diálogo, la palabra y la escucha activa.
Conversar con las otras personas sobre nuestras ideas, pensamientos y sentimientos nos permite crear y avanzar en las buenas y fructíferas relaciones. La seguridad relacional es salud.

El diálogo es un valor fundamental para nuestra convivencia, lo importante del diálogo no es hablar, sino el entendimiento. Tenemos distintos cauces: este boletín, las reuniones después de los paseos, los grupos de debate. ¡Utilicémoslos a menudo!
No se dialoga para convencer sino para confrontar ideas, respetar al otro, crear lazos, reflexionar y llegar a acuerdos.
Podemos hablar de lo que nos rodea, hablar de las otras, hablar de mis ideas, mis sentimientos, pero donde se construyen relaciones duraderas es al compartir sentimientos, es donde se escucha y se intenta entender al otro. Un proceso donde presentamos nuestro mundo interno a los demás y recíprocamente. Este nivel de conversación es el que crea relaciones plenas y ayuda a resolver cualquier conflicto, y hace felices a todas.
La conversación en grupo, y mejor en círculo, da oportunidad de pensar en lo común.
Nuestro modelo de convivencia, para que sea estable, debe estar basado en vínculos afectivos sobre los que basar el cuidado mutuo, incluso ante situaciones de dependencia sobrevenida.