[4 de junio de 2022, 12:00]

  Desde que empezamos a recorrer este camino crisálido ha habido una palabra clave: “conocernos”.

   Este Boletín es un medio estupendo. No hay ningún problema en contar generalidades sobre uno mismo, hacer un resumen de sus currículos: es información que nos sirve en una primera etapa, como un acercamiento a la persona. Pero desnudarse por “dentro” es muy difícil. Algunas personas han sido valientes y se han atrevido a contarnos “quiénes son” o “quiénes creen ser”. Otras somos más tímidas, nos da más pudor… ¡y nos callamos! Pero aprovechamos todas las oportunidades que se nos brindan para “presentarnos” tal cual somos.

   Y ahí entran esos encuentros formidables que con la excusa de pasar un día juntos y con una gran dosis de generosidad, las crisálidas y crisálidos nos ofrecen su espacio, su casa, para encontrarnos.

   El sábado, 4 de junio del 2022, fueron Teresa y Michel, los que se “inventaron” un vermú torero en su terrero de Montañana. ¡Y pasamos un día fabuloso!

   Ya casi somos maestros en eso de repartirnos por los coches y allí que fuimos llegando los veintidós componentes de la última lista y creo que alguno más.

   Nos recibieron los anfitriones y fuimos pasando al jardín. ¡Una maravilla! Allí descubrimos a un Michel que sabíamos aficionado a la jardinería y que tenía “un huerto”, pero aquello era como un sueño: árboles preciosos (yo me quedé prendada de un cedro negro que parece salido de un cuento de hadas), y miles de flores con las que “juega” a reproducirlas y hasta un grupito de macetas dispuestas para que nos las pudiéramos llevar si las queríamos, y un invernadero grande para proteger semilleros y plantitas… ¡En fin, con semejante afición entendí perfectamente que no le apeteciera irse a vivir a “Puente de tablas”.

   Después se “hicieron” espontáneamente dos grupos: uno en la cocina con Teresa para preparar las ensaladas, la ensaladilla rusa y las demás cosas, y llevarlas a una mesa enorme, a la sombra, y el otro grupo junto al fuego, con Michel para asar las carnes y las brochetas.

La comida fue un éxito y los postres muchos y muy variados ¡y muy ricos todos!

   Después un rato de charla, sin mesa por delante, en un corro grande, para aprovechar de hablar de las cosas que nos preocupan ahora y que no tenemos ocasión de hablarlo si no es en los grupos pequeños. Estos ratos son interesantes, aunque tensionan un poco porque allí vemos las diferencias de opinión de unos y otros. Principalmente: el tema del solar (que se nos está haciendo largo), la financiación del nuestro proyecto, la distribución de costes… Y la constatación de que hay que seguir hablando mucho todavía.

En fin, un día estupendo y con ganas de repetir, y muy agradecidos a Teresa y a Michel por haber propiciado este encuentro y por las chuletillas, el chorizo, los pinchos, etc, etc y por el calor sufrido junto a las brasas. Pero sobre todo por el calorcico de su acogida y su cariño.

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