Me gustaría compartir alguna impresión parcial y personal sobre la asamblea del 22 de noviembre en la que participé y a la que llegué con expectativas personales e interrogaciones grupales.

   A mi llegada a la asamblea me encuentro con rostros conocidos, miradas simpáticas, saludos, sonrisas, abrazos. Destacaría el ambiente cordial y una muy buena acogida.

   Y comenzó la asamblea muy rápidamente con la cuestión esencial, para mí, sobre “continuación y relaciones entre las dos colectividades: la cooperativa y la asociación”. La creación de la cooperativa había supuesto un cambio fundamental en el seno de la asociación, en la que 13 miembros habían continuado únicamente como asociados.

   Antonio, representando a los 13 socios no cooperativistas, tomó la palabra para expresar el deseo unánime del grupo de continuar en la asociación y de cooperar con la nueva cooperativa “Las Crisálidas Aragón”.

   Igualmente trasmitió algunas ideas y posiciones de los miembros sobre la no inscripción al proyecto cooperativo: perspectivas de una integración ulterior más tranquila, necesidad de claridad frente a dudas e interrogaciones, expectativas sobre el desarrollo del proyecto, inquietudes financieras o de financiación… Pero también las ganas de descubrir otros cohousing existentes o las de crear nuevos proyectos o alternativas.

   Alfredo siguió en la toma de palabra y fue en la misma dirección que Antonio, manifestando el interés de los cooperativistas de “Las Crisálidas Aragón” de seguir siendo parte constituyente de la asociación.

   Me gustaron estas dos intervenciones que iban en el mismo sentido: “continuar juntos”. Era parte de mis preocupaciones y ciertos interrogantes estaban avivados y actualizados en lo que atañía “la permanencia y el cambio” del colectivo.

   Percibía la permanencia como algo que continúa y el cambio como una modificación o una separación en subgrupos en este caso. El cambio hubiera podido ser excluyente por una o por ambas partes, con un antes, un ahora y un después.

   En principio, en estos procesos la permanencia y el cambio son opuestos y es verdad que, aunque aparecen como contradictorios, son inherentes a la naturaleza de las cosas y creo que muy a menudo no llegan a poderse realizar como solidarios y engendran conflictos, escisiones, exclusiones, rupturas…

   En nuestro colectivo se había llegado a hacer que esta contraposición fuera complementaria e interdependiente.

   Por supuesto que esta decisión de seguir juntos no reúne la unanimidad de las opiniones y ¡felizmente! no existe una voz única sino una diversidad de voces.

   Creo que esta decisión representa a la mayoría del grupo y constituye, no un consenso sino un consentimiento de todas/os. ¿Habla quizás de una madurez relacional o grupal?

   En síntesis, esta asamblea ha sido muy satisfactoria e importante para mí, en ella subrayo las actitudes receptivas y la escucha de todas las propuestas. Ello me evoca una esperanzadora cooperación.

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