Se trata de un sector poblacional en una etapa vital con una realidad propia, y los proyectos de viviendas colaborativas senior se diferencian en algunos aspectos muy concretos.

  • Que cambia la concepción de los proyectos, ya no nos interesan tanto los proyectos de vida particulares, en espera de un futuro, sino proyectos comunitarios de devolución a la sociedad. ¡Todavía tenemos algún proyecto! Un tiempo precioso para uno de los últimos planes, compartir con convivientes.
  • Que en esta etapa de la vida el equilibrio entre la vida privada y la colectiva tiene mayor peso ésta última por lo que se han de planificar servicios compartidos. Servicios que podrán ser integrados, mayoritariamente, en la vida cotidiana, incluso en los últimos días de nuestra vida.
  • Que seguimos siendo un sector activo y así queremos mantenernos, conservando nuestra independencia y capacidad de gestionar nuestras necesidades, nuestra autonomía en la toma de decisiones y la habilidad funcional, física y mental. Ello nos va a retrasar la dependencia e, incluso, creceremos como personas para hacer cosas significativas, desde nuevos roles y funciones.
  • Que en el mercado no se ofrece un sistema habitacional adecuado a las necesidades de integración social que tienen las personas que han salido del sistema productivo, y a las necesidades de prevención y cuidados de la salud, la cual se va deteriorando progresivamente. Se requiere un sistema habitacional apropiado que signifique una transición amable, blanda, de la vida familiar a la vida en comunidad con iguales. Una transición progresiva de nuestra vivienda a habitar un espacio de cuidados mutuos y especializados, cuando éstos se requieran. Las residencias públicas y privadas ofrecen un sistema estándar de asistencialismo que anticipan la dependencia.
  • Que al considerar a los mayores una carga social (hasta ahora grandes consumidores de recursos sanitarios, residenciales y de ocio, además de las pensiones) se nos aplican baremos discriminatorios por renta. En estos proyectos apostamos por poner nuestro patrimonio, la pensión y la propia vivienda para poner en marcha proyectos de esta envergadura, pero necesitamos la concurrencia de la Administración para que los faciliten. No pedimos más de lo que se da a otros: plazas de dependientes subvencionadas, cuando se necesiten, pero dentro de un convenio público-colectivo o cooperativo. Y para que haya continuidad del proyecto y siga siendo una alternativa a las necesidades de los mayores, el aval de la Administración.

   El modelo de viviendas cooperativas es un modelo donde se consiguen mayores oportunidades en seguridad, en facilitación de la gestión diaria, en compañía, en la participación social y que ésta le sea reconocida, además de una economía de escala.

   Podemos considerarnos, en nuestra ciudad, innovadores e inversores, pioneros senior en este modelo. En unas décadas nuestra alternativa habrá hecho más asequible la vivienda colaborativa para todo tipo de rentas.

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