Desde que ingresé a Las Crisálidas, hace poco más de un año, me integre en la Comisión de Solares. Creí que el primer paso de Las Crisálidas debía ser el encontrar una ubicación, un solar. Evidentemente también había que dar otros primeros pasos: definir los cuidados, calcular los costes, consolidar al grupo…

Todavía seguimos buscando solares y creo que estamos cerca de encontrar el que será nuestro suelo. Es un objetivo complejo ya que cada uno tenemos nuestro solar idílico y a veces no anteponemos el objetivo general a nuestros gustos o exigencias. Parece que la mayoría opta por un solar urbano o periurbano con buena comunicación con el centro de la ciudad y con espacios naturales a su alrededor, además de servicios próximos, y de otras consideraciones. La tarea no es fácil ya que se requiere de un mínimo de metros cuadrados a un precio adecuado.
Gracias a los compañeros que han rastreado y obtenido una mínima información del terreno y gracias al trabajo de La Replazeta, comenzamos a tener una buena «cartera» de solares. Ahora bien, son muchos los aspectos que se deben tener en cuenta para que en un solar sea posible construir nuestro proyecto. Aparte de las exigencias mínimas de edificabilidad, bien en horizontal o con más de dos plantas, debe estar clasificado y calificado de forma idónea y no siempre es así y por otra parte no debe tener ninguna afección que le afecte y que restrinja su uso para lo que nosotros queremos. Es aquí donde la labor de La Replazeta se hace imprescindible, ya que además de su estudio conocen el procedimiento para poder solicitar un cambios de uso, si fuera necesario.
En la última reunión de la comisión se empezaron a barajar espacios nuevos de los que hay que estudiar sus posibilidades reales pero, mientras esto sucede, podemos y debemos mentalizarnos de que el solar ideal para todos no existe y que en algún aspecto o exigencia propia deberemos ser más flexibles o incluso renunciar en favor del objetivo común. Sólo con un espíritu abierto y flexible conseguiremos un suelo donde construir el espacio físico en el que germinen nuestras actividades que hagan de nuestra vida un espacio de crecimiento social y personal que alimente nuestro espíritu solidario y colaborativo.