Somos un grupo de personas maravilloso y creo que a veces se nos olvida. Personas dispuestas a perseguir un sueño sin mirar la fecha de nuestro DNI. ¡Qué sana locura!

   Cuando el edadismo nos arrincona en una parcela muy acotada de dedicaciones y preferencias, y cuando el individualismo marca el rumbo de la sociedad, nosotros a contracorriente decidimos comenzar un nuevo y complejo proyecto de vida, en el que la colaboración y el cuidado mutuo es nuestra bandera.

   Sin certezas ni seguridades hemos iniciado el camino porque tenemos una maleta llena de ilusión e imaginación y porque nos dice el corazón que este es el camino para conseguir otra forma mejor de vivir.

   Todos sabemos mucho, hemos vivido la vida, tenemos variadas aficiones e inquietudes, diversas capacidades e intereses, nos une el respeto mutuo y una visión del futuro. Por eso somos tan maravillosos.

   Un grupo cohesionado no es un grupo en el que todos piensan lo mismo, que no tiene dificultades a la hora de tomar decisiones y en el que no hay conflictos. Un grupo cohesionado es el que mira hacia el mismo sitio, es en el que las personas no se callan y hablan con respeto, en el que se hacen concesiones y anhelan el bien común, atendiendo a las particularidades de las personas. Es el que afronta la disensiones y lima asperezas: esos somos nosotros.

   Nos queda mucho camino: lidiar con la incertidumbre no es fácil pero si nos apoyamos los unos en los otros conseguimos seguir caminando. La energía en el grupo fluctúa como sucede en todos los grupos humanos. Siempre hay quien coge el relevo del entusiasmo y tira con energía hacia el objetivo porque sabe que si hoy le toca el compromiso y el trabajo, más adelante otros harán lo mismo. Esa confianza en el rotar del liderazgo es básica para mantener un grupo cohesionado.

   En el trayecto recorrido, algunos compañeros se han marchado por causas diversas y los llevamos en nuestro corazón, porque siempre dejan el huequito que ocupaban. El grupo de personas que somos formamos un ente vivo, poroso y dinámico al que no le son ajenas todas las entradas y salidas de personas de nuestro proyecto. Porque somos sentimentales y por eso somos tan maravillosos.

   En otras Comunidades han desarrollado normativas, leyes… hay asociaciones que trabajan con protocolos, dinámicas de grupo y acompañan durante todo el proceso a los proyectos de viviendas colaborativas que van surgiendo, y aquí tenemos muy poco de eso. Menos mal que existen La Replazeta y Nabata Asesoría. Parece que Aragón, como su paisaje y clima, se expresa riguroso y seco con las nuevas iniciativas sociales y deja abandonados a su suerte en los estíos muchos proyectos humanos e innovadores que nacen y mueren rápidamente de sed de un apoyo que nunca llega.

   Por eso los que decidimos quedarnos en nuestra tierra y llamar a la puerta de la Administración tenemos mucho valor y coraje. No “reblaremos”.

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