Somos proyectos innovadores

  Los días 15 y 16 de abril asistimos, de la mano de REAS Vivienda Aragón, a una jornada y media de trabajo intensivo. En el laboratorio de Aragón, Gobierno Abierto, se tiene como objetivo el ser lugar dónde se relaciona la ciudadanía (en el caso que nos ocupa, representantes de los Proyectos de Viviendas Colaborativas y profesionales afines al modelo) con las instituciones, en una comunidad de innovación social, para orientar nuestro aprendizaje hacia el diseño de mejores políticas y servicios públicos que ensanchan, en definitiva, la democracia.

   Somos proyectos innovadores porque nos abrimos a la participación ciudadana, buscamos interrelacionar de forma integral todos los aspectos de la vida de las personas, en unas etapas u otras de la misma, porque aceleramos este movimiento para hacerlo lo más extensivo posible, porque imaginamos el cambio social que significa y su futuro, y, porque trabajamos en redes para crear colectivamente otra inteligencia social.

  Los retos a los que nos enfrentamos son: cómo disponer de un espacio para convivir conservando nuestro derecho a la intimidad, cómo ser una comunidad de cuidados y cómo replicar el modelo. Para resolverlos se está en la estrategia de hacer incidencia política que lleve a las ayudas y a la adaptación de normativa respecto al sistema cooperativo, a los servicios sociales y a la vivienda, normativa que facilite el desarrollo de los proyectos.

   En las jornadas se trabajaron los retos y las estrategias, repartidos los participantes en cuatro grupos. Allí estuvimos Las Crisálidas para colaborar y, ahora, contar a las demás.

   Es de agradecer la participación de empleados públicos del INAEM, del IASS y de la Dirección General de la Vivienda, con sus aportaciones y, en algún caso, con compromisos explícitos. Para definir el contexto fueron muy clarificadoras las píldoras de expertos en el modelo, gente de REAS Vivienda Estatal, de la Cooperativa Sostre Civic, de la Comunidad de Cuidados Jubilares, y profesionales en arquitectura. No participaron departamentos municipales, no hubo voluntad política para recomendar asistencia a los técnicos.

   Da gusto ver cómo los integrantes de las distintas cooperativas han hecho de anfitriones alojando y acompañando a los participantes de fuera de Zaragoza.

   Algún sinsabor: conocer de primera mano que un proyecto que ha trabajado mucho por modificar la normativa de su Comunidad de cara a nuestro modelo, está con muy pocas fuerzas y efectivos, mermados por conflictos no resueltos.

   Qué decir de nuestras compañeras que lo dieron todo en cada grupo de trabajo, porque nos creemos el proyecto.

   Unas jornadas enriquecedoras y un placer en lo personal. Jornadas que han superado nuestras expectativas y dónde el modelo ha sido bien entendido.

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Muerte en Santa Rita

 Una amiga me recomendó esta lectura: “me ha recordado mucho a vuestro proyecto”, dijo. Me faltó tiempo para buscarlo. Todas estamos ansiosas en encontrar claves que nos ayuden en nuestra experiencia. Lo leí: es entretenido, de fácil lectura. Se trata de una novela de suspense.

   Y, ¿qué tiene que nos interese? Que la historia la protagonizan una comunidad de convivencia. Santa Rita es un patrimonio histórico que se retira a tiempo de la especulación inmobiliaria, un refugio, un sitio cuidado y mimado, un paraje natural idílico, dónde se vive en armonía y sin prisas. Es una forma de vida.

   Sus habitantes, con sus historias, preocupaciones y vicisitudes, muy distintos entre sí, se apoyan los unos en los otros contribuyendo con lo que se tiene y con su trabajo para el bienestar de la colectividad.

   Los tintes negros y misteriosos son los que dan interés a la novela, aunque nosotras veamos el concepto de la convivencia, el compromiso con la comunidad, y, personalmente, el espacio natural como recurso, el jardín dónde se articula la vida social de Santa Rita, relax, ocio, paseo, etc.

La OMS recomienda que las personas tengamos un espacio verde de al menos 0,5 Ha. a 300 m. de la vivienda. El contacto y visión de la naturaleza fomenta el bienestar, la imaginación y el juego creativo.

Muerte en Santa Rita

de Elia Barceló. 2022

Roca editorial

Dar, recibir y compartir el tiempo para añadir valor en la comunidad: los Bancos del Tiempo

  En una comunidad intencional, sin duda alguna, habrá servicios entre socias de carácter altruista que no tendrán un registro. Que serán recibidos con la normalidad que corresponde cuando en una organización social la persona está en el centro. 

En la vida cotidiana tenemos necesidades individuales y comunitarias que no todos sabemos atender y que pagamos para cubrirlas. Esto, que en nuestra sociedad es habitual, podemos modificarlo en función de hacer nuestra vida más sostenible.

   Como la mayoría de grupos sociales, el nuestro es diverso, capacitado y con disponibilidad hacia los demás. La reciente encuesta que hemos cumplimentado sobre nuestro talento, aptitudes, capacidades, conocimientos, experiencias y habilidades, destaca una serie de posibles servicios que darían respuesta a muchas de nuestras necesidades y a las de la comunidad. Faltaría pues organizar un mecanismo para acceder a las habilidades de los demás, un Banco del Tiempo.

   Un Banco del Tiempo es una red de ayuda mutua entre ciudadanos/as que dedican una parte de su tiempo a intercambiar actividades y/o servicios con otras personas de manera organizada, gratuita y en igualdad, al no valorarse la pericia o dificultad. En algunos países se ha pensado como un programa sanitario destinado a la vejez. Esta figura puede articularse perfectamente con las viviendas colaborativas.

   Este sistema se caracteriza por la confianza y disponibilidad del tiempo de cada uno a la comunidad. Por sacar nuestro potencial individual. Por reforzar los vínculos y relaciones humanas, rompiendo el aislamiento social. Por facilitar la vida diaria. Por dar valor y utilidad al tiempo que se comparte favoreciendo la autoestima. Por empoderarnos como red social. En definitiva, genera capital social, crea valor para la comunidad.

    Se parte de unos conceptos sencillos. Que la unidad de valor es la hora de trabajo. Que somos usuarios, consumidores y productores. Que es un sistema que no lucra a nadie pues no contempla renta ni acumulación. Que significa un gasto sostenible. Que no hay transacciones bilaterales sino de las socias con la colectividad. Todo ello nos incorpora a una Economía Social para el Bien Común.

    Se organiza a partir de un grupo gestor voluntario que fomenta la diversidad de acciones y propone estrategias de dinamización, desde una plataforma web, con un catálogo de servicios y unos registros y saldos.

   Un Banco del Tiempo para la comunidad de Las Crisálidas puede ser un espacio de acercamiento y de satisfacción de necesidades

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¿Qué tiene de especificidad un grupo senior de otro proyecto de viviendas colaborativas en cesión de uso?

  Se trata de un sector poblacional en una etapa vital con una realidad propia, y los proyectos de viviendas colaborativas senior se diferencian en algunos aspectos muy concretos.

  • Que cambia la concepción de los proyectos, ya no nos interesan tanto los proyectos de vida particulares, en espera de un futuro, sino proyectos comunitarios de devolución a la sociedad. ¡Todavía tenemos algún proyecto! Un tiempo precioso para uno de los últimos planes, compartir con convivientes.
  • Que en esta etapa de la vida el equilibrio entre la vida privada y la colectiva tiene mayor peso ésta última por lo que se han de planificar servicios compartidos. Servicios que podrán ser integrados, mayoritariamente, en la vida cotidiana, incluso en los últimos días de nuestra vida.
  • Que seguimos siendo un sector activo y así queremos mantenernos, conservando nuestra independencia y capacidad de gestionar nuestras necesidades, nuestra autonomía en la toma de decisiones y la habilidad funcional, física y mental. Ello nos va a retrasar la dependencia e, incluso, creceremos como personas para hacer cosas significativas, desde nuevos roles y funciones.
  • Que en el mercado no se ofrece un sistema habitacional adecuado a las necesidades de integración social que tienen las personas que han salido del sistema productivo, y a las necesidades de prevención y cuidados de la salud, la cual se va deteriorando progresivamente. Se requiere un sistema habitacional apropiado que signifique una transición amable, blanda, de la vida familiar a la vida en comunidad con iguales. Una transición progresiva de nuestra vivienda a habitar un espacio de cuidados mutuos y especializados, cuando éstos se requieran. Las residencias públicas y privadas ofrecen un sistema estándar de asistencialismo que anticipan la dependencia.
  • Que al considerar a los mayores una carga social (hasta ahora grandes consumidores de recursos sanitarios, residenciales y de ocio, además de las pensiones) se nos aplican baremos discriminatorios por renta. En estos proyectos apostamos por poner nuestro patrimonio, la pensión y la propia vivienda para poner en marcha proyectos de esta envergadura, pero necesitamos la concurrencia de la Administración para que los faciliten. No pedimos más de lo que se da a otros: plazas de dependientes subvencionadas, cuando se necesiten, pero dentro de un convenio público-colectivo o cooperativo. Y para que haya continuidad del proyecto y siga siendo una alternativa a las necesidades de los mayores, el aval de la Administración.

   El modelo de viviendas cooperativas es un modelo donde se consiguen mayores oportunidades en seguridad, en facilitación de la gestión diaria, en compañía, en la participación social y que ésta le sea reconocida, además de una economía de escala.

   Podemos considerarnos, en nuestra ciudad, innovadores e inversores, pioneros senior en este modelo. En unas décadas nuestra alternativa habrá hecho más asequible la vivienda colaborativa para todo tipo de rentas.

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Peregrinas

El viaje de la vida es el gran peregrinaje

 En abril de 2021 Joaquín Berges, de Zaragoza, publica «Peregrinas», un viaje de humor y transcendente emoción, protagonizado por tres ancianas octogenarias que se escapan de la residencia donde viven, justo cuando comienza la nueva normalidad tras el confinamiento por la pandemia.

Sus vidas están naufragando, la pierden, todo desaparece a su alrededor.

   Se escapan de la Residencia, como lo harían del confinamiento, de un hospital, de una prisión, dónde se ven condenados a cadena perpetua. Valoran la Residencia, no por los servicios que ofrece, sino por el tipo de las relaciones que en ella viven. Terminator, el Director; Conde Drácula, el Portero; Bruja del Castillo, Jefa de Auxiliares; Niña del exorcista, Monitora; Quasimodo, Administrador, etc.

   Para no vivir la realidad de la Residencia leen libros de aventuras, viven de sus recuerdos, reconstruyen su vida pasada, y, ¿por qué no?, hacen planes, quizá los últimos que hagan. En sus planes entran aventuras y otros convivientes, con quiénes se comprometen.

   Inician un “viaje”, un peregrinaje, donde no importa tanto el destino sino las experiencias que tienen durante el camino, se van sin pagar del restaurante, roban medicamentos, juegan en un bingo para conseguir dinero y poder vivir, conducen de forma peligrosa, se acercan al amor, dan gritos para deshacerse de situaciones anteriores, se liberan bañándose desnudas, etc.

   La vida, es la vuelta al mundo en 80 años, y volver al punto de partida cuando has perdido el rumbo de la vida. Convirtamos la vida en palabras contadas porque solo sucede lo que contamos.

VORTEX: Dos miradas

— 1 —

   En agosto propuse ir a ver la película VORTEX, de Gaspar Noé, que trata de la dependencia en la vejez.

   La película tenía buenas críticas por eso me sorprendió los comentarios surgidos a raíz de la propuesta, en referencia a las hondas emociones que provoca. Entre ellas, tristeza y llanto.

   Tras el visionado de la película, que me emocionó profundamente aún sin llegar al llanto, me hizo reflexionar sobre el futuro ya que incluía escenas sacadas de la realidad que, a nuestra edad, sabemos que son cotidianas en nuestros mayores.

   La película narra un incómodo retrato de la vejez, que se instala en el vórtice de una espiral (VORTEX) de la que no se sale. Una situación que pervierte las relaciones de pareja, las familiares, y, seguramente, las de cualquier convivencia.

   Muestra la decrepitud, las bajezas del ser humano, la desolación del envejecimiento físico y mental. Tres elementos, los recuerdos del “sueño” que ha sido su vida, la ingente medicación y el ambiente claustrofóbico, consiguen no hacer amable la película.

   Los viejos en los pueblos primitivos se alejaban solos de la tribu, y hoy tenemos la eutanasia para evitar a los convivientes ese drama. Pero también es posible prepararnos a sobrellevar y aceptar esta realidad cuando la tenemos a nuestro lado. Este acompañamiento, si es compartido se lleva mejor. El no querer verlo ni siquiera en la ficción no nos evitará vivir la realidad de nuestro entorno.

   La película se puede ver involucrando nuestras vísceras, nuestro corazón o con la razón.

   Me pareció una oportunidad perdida no haber podido compartir todas esas emociones en el grupo y entre tod@s haber sacado conclusiones e incluso nuevas ideas y propuestas para nuestro proyecto común.

Alicia Aliaga

— 2 —

   Vortex nos muestra la vida de un anciano matrimonio de intelectuales que vive en una bonita casa en Paris. Ella tiene alzheimer y él una enfermedad cardiovascular. No quieren dejar la casa en la que han vivido, los libros pesan demasiado y es difícil dejarlos, y su cotidianeidad transcurre entre la calma de la convivencia en la que ya no es necesario hablar y la inconsciente situación de peligro constante por su salud.

   El abandono de la propia casa hace sentir perder la vida, pero la vida se va perdiendo inexorablemente. El apego precipita la pérdida. En la pantalla dividida en dos, vemos dos vidas que avanzan separadamente en un mismo espacio, dos soledades cohabitantes. Vida, intereses, actividades diferentes. La cotidianeidad va asumiendo pequeñas transformaciones que deterioran el futuro: perderse en el supermercado, dejarse el gas encendido, jugar con las pastillas…Desamparo inconsciente.

   No hay sitio para la compasión. Sí el terror, la ansiedad: ¿Qué está haciendo? ¿Se va a perder?¿Se tomará las pastillas adecuadas? La simple realidad da miedo.

   Françoise Lebrun y Dario Argento interpretan extraordinariamente sus personajes. La mirada de Françoise llega hasta nuestras profundidades. Viven con dignidad y autosuficiencia su deterioro físico y mental, asumiéndolo como algo natural, sin darle más importancia. Viviendo con él y remediándolo como pueden.

   La película comienza con una maravillosa interpretación de “Mon ami la rose” de Françoise Hardy que canta el paso del tiempo (ella misma lucha contra la enfermedad en su vejez y ha solicitado la eutanasia). 

Vortex es una película pesimista-realista sobre el paso del tiempo, pero también sobre la supervivencia humana. En un primer momento te deja devastada. En una segunda visión se empieza a apreciar el valor de los ancianos, que no quieren perder su personalidad y su forma de vivir hasta su último momento.

Vortex es una película pesimista-realista sobre el paso del tiempo, pero también sobre la supervivencia humana. En un primer momento te deja devastada. En una segunda visión se empieza a apreciar el valor de los ancianos, que no quieren perder su personalidad y su forma de vivir hasta su último momento.

Concha Nasarre

Dario Argento, Françoise Lebrun, Alex Lutz, Kylian Dheret

Vista en première en el Festival de Cannes 2021

¿Qué podemos aportar al barrio que nos acoja?

Opino sobre lo que nuestro proyecto, y sobre todo con terreno público cedido, ha de aportar a la sociedad. Me dirijo a los componentes de este proyecto y ojalá también lo hiciesen suyo otros que nos siguen.

   Somos una generación que hemos recibido mucho de la sociedad. Siendo que lo básico para vivir son derechos humanos, civiles, políticos y sociales reconocidos, nos toca corresponder por ellos y continuar, como lo hemos hecho antes, participando en el engranaje social. Tenemos suerte porque en nuestro país estos derechos son respetados, no ocurre en otros.

   Por qué no vamos a devolver lo que la sociedad nos ha posibilitado para un buen vivir, y, además, regenerarlo para los que no han tenido ese bienestar básico que les corresponde como hombres y mujeres.

Sería egoísta pensar sólo en la protección y bienestar individual. Ese no debiera ser nuestro proyecto. Hemos de rebajar las expectativas para nuestra vida y atender un deber moral con la sociedad, debemos comprometernos socialmente, involucrarnos en proyectos operativos y estratégicos integrales de bienestar social (vidas saludables, equidad, huella cero en el medio, dinámicas sociales respetuosas y amigables y aportaciones al bien de la comunidad próxima). Con la Administración, cuando nos permita colaborar, ofrecernos como plataforma de objetivos y fines sociales. Debemos tirar de las instituciones públicas para crear servicios comunitarios necesarios.

En el entorno más próximo:

  • Acrecentaríamos el capital social. Crearíamos valor.
  • Participaríamos en la Comunidad, incluso ejerciendo un liderazgo colectivo.
  • Favoreceríamos la articulación de usos y funciones
  • Ofreceríamos un espacio público de calidad. Muy valorado en el entorno y entre las personas expectantes de nuestro proyecto.
  • Aportaríamos servicio público en el barrio, contribuiríamos al logro de algún fin social.

   Hoy estamos experimentando una de las primeras propuestas para imaginar nuestra contribución social.

   Pudiera cedernos el Ayuntamiento terreno en algún barrio, pero el barrio tiene sus necesidades, lucha por ellas, podemos ser el medio para que la Administración facilite servicios que cubran dichas necesidades a un menor coste para ella.

   ¿Estaríamos dispuestos a ceder parte de nuestro confort individual, nuestro tiempo y colaboración?

   Son oportunidades para ejercer nuestra responsabilidad y compromiso social, para reforzar al grupo y al Proyecto.

   Llegaríamos a un barrio que nos permitiría crecer.

   ¿Qué opinión tenéis vosotras?

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El diálogo, base de las buenas relaciones de nuestro grupo

La vida y las necesidades cambian, incluso la forma de comunicarnos. Pero lo que nunca cambiará es la necesidad del ser humano por dialogar y relacionarse con otras personas y conseguir así estar en equilibrio con todos los que le rodean en los diferentes ámbitos de la vida.

   La cohesión de las personas socias de Las Crisálidas tiene un papel fundamental para sentirnos pertenecientes a ella y para unificar esfuerzos en el logro de nuestras metas.
Las buenas relaciones van a surgir como resultado de nuestra comunicación permanente.

   La interacción social de nuestras relaciones organizativas, identidad, y de las situaciones vividas, etc. se construyen en las conversaciones, con el diálogo, la palabra y la escucha activa.

   Conversar con las otras personas sobre nuestras ideas, pensamientos y sentimientos nos permite crear y avanzar en las buenas y fructíferas relaciones. La seguridad relacional es salud.

El diálogo es un valor fundamental para nuestra convivencia, lo importante del diálogo no es hablar, sino el entendimiento. Tenemos distintos cauces: este boletín, las reuniones después de los paseos, los grupos de debate. ¡Utilicémoslos a menudo!

No se dialoga para convencer sino para confrontar ideas, respetar al otro, crear lazos, reflexionar y llegar a acuerdos.

   Podemos hablar de lo que nos rodea, hablar de las otras, hablar de mis ideas, mis sentimientos, pero donde se construyen relaciones duraderas es al compartir sentimientos, es donde se escucha y se intenta entender al otro. Un proceso donde presentamos nuestro mundo interno a los demás y recíprocamente. Este nivel de conversación es el que crea relaciones plenas y ayuda a resolver cualquier conflicto, y hace felices a todas.

   La conversación en grupo, y mejor en círculo, da oportunidad de pensar en lo común.

   Nuestro modelo de convivencia, para que sea estable, debe estar basado en vínculos afectivos sobre los que basar el cuidado mutuo, incluso ante situaciones de dependencia sobrevenida.

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¿Son relevantes las acciones individuales para combatir el cambio climático?

En relación con la Conferencia sobre el cambio climático Cop26, celebrada en Glasgow recientemente, encontré en las redes un artículo de Luis González Reyes publicado en el periódico digital El Salto con el título “Apología de la relevancia de las acciones individuales”, el cual nos puede llevar a reflexionar a los socios de Las Crisálidas.

En dicho artículo el autor se pregunta si sirven de algo los cambios de hábitos individuales en las grandes transformaciones sociales.      

Para el cambio socioeconómico y cultural que la humanidad necesita, las trasformaciones de hábitos individuales son centrales.

1.- Significan un ejercicio de empoderamiento. Cuando me responsabilizo y tomo control de mis actos individuales estoy construyendo una imagen de que soy sujeto y no objeto. Se pueden hacer de forma individual o en coordinación con otras personas: cerrar el grifo, apagar luces, articular cooperativas energéticas renovables y circuitos cortos de comercialización o huertos comunitarios productivos. La irrelevancia del acto individual se transforma en la relevancia del poder colectivo. La gimnasia ciudadana se torna en un ejercicio real de contrapoder.

 2.- Siendo que “no actuamos como pensamos” sino que “pensamos como actuamos”, el hábito es importante para los cambios de “imaginarios”, de “sistemas de valores”. Adaptarnos a los límites que nos pone el planeta, a la austeridad consumidora, nos llevará a la justicia global.    

 En resumen, los cambios de hábitos, las pequeñas acciones cotidianas individuales y colectivas, tienen que ver con un proceso educativo interno y externo imprescindible para que se produzcan transformaciones sociales.

Un domingo en Tarazona – El huerto de Ángela

Fue y no fue una excursión más en la que vamos conociéndonos y aprendiendo a querernos, que ya es mucho.  

 Disfrutamos y conocimos más a Ángela, ya que es transparente y comparte sus experiencias y conocimientos, ¡es muy generosa!

    Le gusta vivir en la naturaleza con lo más básico, aunque su hijo la atrae hacia Zaragoza.

    Prenda, ¡qué cariñosa eres! Sería esto lo que dio ese gran sabor a la caldereta que nos comimos.

    El huerto ofrecía, de forma natural, sus frutos, lo mismo que Ángela. Y Tarazona fue el otro escenario, su catedral, casco histórico y rincones con encanto.

    Nos volvimos muy satisfechos.

    ¿Qué hay que hacer para que todos confluyamos en ese bienestar? Seguro que se trata de nuestro Proyecto que ha reunido a buena gente.