Empieza un “nuevo curso” en Las Crisálidas

Llega septiembre con retos, esperanzas, ilusión renovada y, sobre todo, la certidumbre de que tenemos que alcanzar hitos concretos en pos de la que llamamos vivienda comunitaria y colaborativa.  Entre esos hitos se me ocurren varios que comento a continuación, sin pretender un orden de preferencia.

Empiezo por mencionar el Plan de Comunicación para la difusión de nuestro modelo de convivencia en los distintos ámbitos de la sociedad que nos rodea. Ahora somos un número importante de personas en torno a Las Crisálidas en concreto y a la vivienda colaborativa en general, pero deberíamos ser mucha más masa crítica para que La Administración apoye el modelo y ponga medios para su asequibilidad-accesibilidad universal. Además del “boca-oreja” que tod@s hacemos cuando tenemos ocasión, este plan consiste en confeccionar una estrategia, unos contenidos y un equipo de personas con los que llegar a la gente a través de las instituciones culturales, de ocio, de representación vecinal, medios de comunicación, etc. Para ello deberemos tejer alianzas con redes y otros proyectos que van en nuestra misma línea de pensamiento y acción. Habrá que crear un material de divulgación claro de contenido, versátil para los diversos medios de difusión y atractivo en la forma de ser transmitido.  

También tenemos para septiembre el reto de consolidar nuestro “universo crisálido”. La Asociación, como faro que expande nuestras ideas y recibe a quienes las quieren compartir con nosotr@s; y la Cooperativa, como territorio donde hacerlas realidad.

En relación con esto, creo que ya ha llegado el momento de poner la guinda a nuestro Reglamento de Régimen Interno y, consecuentemente, dar luz verde a la incorporación de más personas como cooperativistas.

Termino esta lista de lo que se me ocurre que nos espera a la vuelta de la esquina con otro tema clave como es el de decidir dónde hacer realidad lo que nos ilusiona y que tanto esperamos. Para ello tenemos que tomar un camino más pronto que tarde. Pero primero hay que despejar las incógnitas que todavía nos rodean al respecto. Deberíamos ser capaces de obtener las respuestas pendientes en las próximas semanas. Si lo conseguimos, tendremos un suelo firme (nunca mejor dicho) en el que apoyarnos para determinar hasta dónde y con quiénes contamos para esta aventura. Podremos consensuar la participación económica de cada cual encontrando la forma de reparto proporcionada a las peculiaridades de l@s cooperativistas y de los espacios que disfruten. Seguro que llegaremos a un modelo que a tod@s compense y a nadie deje fuera.

   Buenos retos para la vuelta de vacaciones ¿no os parece?

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Segunda sesión del taller de «Amediar» para Las Crisálidas

—Una vivencia personal—

[19 de octubre de 2022, 18:30]

  Continúa el taller de Amediar. Hemos compartido la segunda sesión de las cuatro previstas y se sigue afianzando el consenso de progresar en la cohesión, cooperación y diálogo dentro del Grupo Crisálidas.

   Desde la realidad que ahora vivimos, busco en mi memoria los antecedentes de este encuentro con la mediación y la resolución de conflictos. Todo empezó al plantearse la constitución formal de la Comisión de Acogida y Mediación. El tema también estuvo presente en la redacción del Boletín, que dedicó tiempo y energía a debatir sobre la importancia del cuidado de las relaciones interpersonales en nuestro sueño socio cooperativo. Finalmente, La Junta Coordinadora se hizo eco del asunto y acordó darle un espacio de la mano de personas expertas y de solvencia. Así llegamos a la Asociación Amediar, recomendada por la Replazeta y avalada por Pepa Alcaraz y otras compañeras.

   Ahora estamos, aproximadamente veinte crisálildas, en el ecuador de este curso teórico-práctico que dirigen, Teresa y Pilar (Amediar).

   Tal vez nuestras expectativas individuales no eran las mismas al empezar, pero, felizmente, hemos llegado a donde ahora estamos, con una compartida esperanza de futuro y confiando en que estas sesiones nos descubran, actualicen o reafirmen cauces y herramientas de buen entendimiento para el camino que tenemos por delante en la casi ya veterana Asociación y en la nueva Cooperativa.

   Las dos horas de sesión del último día me han confirmado que una buena comunicación organizacional y entre individuos del grupo es fundamental y contribuye decisivamente al éxito del proyecto que pretendemos. Igualmente, es claro para mí que la participación y el sentimiento de pertenencia se multiplican cuando te sientes tenido en cuenta; o, en caso contrario, cuando tienes buenos cauces de expresión y escucha dentro de la dinámica del colectivo.

   También, en esta última sesión, poner en práctica entre las personas que allí estábamos algunas propuestas de situaciones habituales en grupos humanos, me ha abierto los ojos respecto a algunas de las vicisitudes que, como colectivo, hemos vivido en los últimos tiempos. He podido vislumbrar cómo puede ser nuestro futuro según sigamos unas pautas de relación u otras; según nos veamos como grupo y a cada cual de una forma u otra.

   Para terminar, solo tres pinceladas de lo vivido hasta ahora en el “curso”: dos herramientas basadas en la experiencia del trabajo de mediación y en nuestra realidad de grupo y, la tercera pincelada, una propuesta de trabajo manual colectivo. Estas tres dinámicas nos han ofrecido claves para un buen camino juntas. Por si ha lugar a practicarlas o recordar esos momentos, quedémonos con: “El Círculo de Diálogo”, “El Barómetro de Opinión” y “La Torre de Espaguetis”.

   Para más detalles, ver el informe de Beatriz, colgado en la web.

   Por el momento, seguiremos nuestras sesiones hasta diciembre.

José Luis Martínez Lacasa

De solares y algo más…

Ha terminado la reunión plenaria sobre solares y me voy a coger el bus para casa. Voy en compañía de las hermanas Antolín y comentando  “salga adelante una u otra idea, o dos diferentes, estaría muy bien que siguiéramos unidos por el espíritu y sentimiento de Las Crisálidas”. En la calle Don Jaime nos separamos; ellas hacia casa y yo, por la orillica del Ebro, a mi parada.     

Hace tiempo que vivo con muchas dudas sobre el asunto de los solares, uno de los temas claves que nos ocupan. La reunión que acabamos de compartir sigue dando vueltas en mi cabeza y me distrae del frío que hace a estas horas cruzando el Puente de Santiago.     

Mientras escuchaba a Pablo y miraba la pantalla, me iba diciendo “este está bien, pero…; este otro está mejor, pero le falta…; bueno, a ver qué tal el siguiente…”. Siento que la información está muy bien planteada (genial el vídeo de Alicia sobre Villamayor; y qué decir del de Zuera…). Se ha propuesto que las preguntas sean todas juntas al final de la exposición, pero nuestra impaciencia e interés cambian el plan y vamos preguntando dudas puntuales sin que ello altere la buena marcha de la sesión.

Tengo la impresión de que esta vez nos hemos juntado más Crisálidas que nunca (cuento aproximadamente 40 ó 45, llenando la sala). La expectación es evidente por la importancia del tema que nos convoca.      

Después de las últimas preguntas y respuestas, Pablo pone el epílogo a su intervención y nos deja solos para un coloquio asociativo que, por lo avanzado de la hora, ya se ve que se va a quedar corto, como así se confirmó al final. Tendremos una próxima ocasión de debatir y empezar a decidir…      

Intentamos hacer un círculo con las sillas para vernos las caras, pero el tamaño de la sala y el número de asistentes no lo permite, así que quedamos algunas pocas frente al resto y empiezan las intervenciones: reflexiones, opiniones y preguntas; algunas de las cuales quedan sin respuesta porque todavía queda camino por andar.      

Nos llevamos a casa la información recibida y la impresión más o menos subjetiva del sentir del grupo, según sus manifestaciones y sus silencios. En medio de todo ello está nuestro plan personal, coincidente o divergente con unas y otras. Seguirá la maduración de una visión compartida que, con seguridad, nos planteará asumir alguna discrepancia respecto a la que individualmente tuviéramos.

Yo sigo con algunas certezas y varias dudas; resuelvo algunas, pero me surgen otras: ¿cuál y cómo será nuestro lugar, qué precio tendrá, lo podremos pagar todas con un esfuerzo razonable, nos mantendremos unidas en un mismo proyecto o nacerán varias cooperativas hermanadas en la Asociación Las Crisálidas, la que nos vio nacer?      

Afortunadamente hoy no teníamos que decidir nada y eso nos permite poder ir modelando las dudas que todavía tengamos, pero es verdad que nos vamos acercando a la hora de la verdad… Algunas habéis manifestado ganas de acelerar la marcha, otras somos de digestión más lenta. Pensamos que el dónde, el qué y el cómo son muy importantes pero, para mí, el con quién lo es mucho más para compartir una vida en común durante, al menos, los próximos veinte años. Por eso todo este proceso, y lo que nos queda, nos permite un día a día en el que nos conocemos más, nos acercamos, nos tocamos; y si hay algún roce o arañazo, nos podemos dar el tiempo para superar la situación y dar un salto de crecimiento, personal y como comunidad.      

No tengo respuestas para casi ninguna de mis preguntas, pero sí os puedo hablar de mis certezas: sigo lleno de ilusión por seguir el camino con todas vosotras hasta donde la vida nos lleve… Siento la emoción de esta ruta porque, a pesar de algún tropiezo, caída, agotamiento puntual y momentos de desorientación, estamos construyendo algo nuevo entre gente que, en gran número, no nos conocíamos previamente y, con nuestras diferencias, dibujamos un bonito arcoíris.      

Se ha hecho muy tarde y me voy a la cama. Voy a seguir pensando y a dejarme sentir sobre todo esto.      

Me llega el sopor, así que lo dejo para otro momento o tal vez lo sueñe. Ya casi dormido, me parece sentir que mi cara sonríe.      

Buenas noches y buena vida, compañeras crisálidas.
   Zaragoza, 25 de febrero de 2022.

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Los Grupos de Debate

En mi opinión, hay varios pilares sobre los que se asienta nuestra asociación. Uno, que yo considero fundamental, es el de los Grupos de Debate y Formación.      

Actualmente los denominamos: A, B, C. No son un periódico. Pero, en cierta medida, se aproximan a ese formato, ya que también son un medio para recibir información con detalle, para intercambiar opiniones y para hacer preguntas, propuestas o sugerencias.      

Cada grupo puede ser un ente vivo en el que las ideas y sentimientos individuales, una vez puestos en común, conformen un entorno de cercanía, confianza y acogida. En definitiva, esta manera de compartir anticipa la convivencia y el tipo de relaciones que quisiera en nuestras viviendas colaborativas.      

Si pienso en otras cualidades posibles de los Grupos de Debate, derivadas de lo antes expresado, me surge una primera, y muy importante para mí: el sentimiento de pertenencia; el saberse partícipe de un sueño común. Cultivado y fortalecido en la dinámica que viene dada por su pequeño formato, adquiere su plenitud al ponerlo en común con el resto de compañeras/os en la Asamblea General.      

Desde un punto de vista organizativo y de gestión, también es para valorar como asociación el hecho de que su tamaño debería hacer más fácil el encuentro y su desarrollo: el mayor tiempo en el uso de la palabra, el que sea una charla tipo “mesa camilla” que incentive la participación de las personas que habitualmente no lo hacen en grupos más grandes, el poder replantear algo que no se entendió bien, la posibilidad de organizar las intervenciones con familiaridad y sin la rigidez de la reunión de gran formato, etc.      

Otras virtudes de esta forma original de relacionarnos en Las Crisálidas las dejo a vuestra reflexión personal y así no seré más exhaustivo aquí.      

Finalmente, cabe decir que la utilidad de Los Grupos de Debate queda bien redondeada considerando que también permiten llevar a la Junta Coordinadora la voz de la Asociación, y viceversa, en el tiempo que transcurre entre asambleas.

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Todavía es pronto … (carta a una amiga)

He pensado mucho en tu respuesta de aquel día en que te conté que, por fin, había iniciado el camino de mi sueño con una gente que se hacen llamar Las Crisálidas.
    Como tú y yo somos de generaciones distintas; tú bastante más joven, me respondiste que todo eso estaba muy bien, pero… “todavía es pronto para mí”.
    Le doy muchas vueltas a tus palabras y cada vez veo más claro que en ese sueño cabe toda la gente: la que viene a título individual, la que llega caminando junto a otra u otras personas. También si vienen con hijos, pequeños o mayores. Siento que la diversidad, bien armonizada y aglutinada, es un potencial digno de explorar. Es antesala de riqueza, progreso y permanencia.

  Si cierro los ojos, me encanta ver a la chiquillería jugando en la pradera, a la orilla del río, no muy lejos de mi casa. Allí están sus padres, y también corren algunas de sus mascotas.

Al poco rato salgo a pasear y me acerco para ayudarles a coger la pelota que ha caído al agua o quedó “encalada” (*) en un árbol. Me gusta imaginar que les hablo de cuando en mi infancia jugábamos a los bolos o a las canicas y de cómo eran esas interminables y emocionantes partidas. Luego aprovecho para comentar con sus padres la propuesta que van a presentar en la próxima asamblea comunitaria… Esos agradables momentos compartidos al aire libre dan paso a otro de reconocimiento cuando me acerco a la biblioteca para continuar con el libro que llevo a mitad. Por la tarde tenemos reunión, en nuestras instalaciones, con la asociación de vecinos del barrio. Me siento activo y útil.

Ya ves, amiga mía, en mi visión toda persona, animal o elemento del entorno natural y social tienen su lugar y, como en la línea de la vida, cada generación también ocupa el suyo.

Todos compartiremos el presente que construyamos juntos y, en su momento, cuando algunos caminemos por el tramo final, ahí estaréis tú y tu gente, haciendo posible la continuidad de este espacio físico y emocional. Y así se podrá repetir con quienes a ti te sucedan…
   En el transcurrir de este sueño compartimos lo que queremos y sabemos. Y siento que vale la pena.
    Espero verte algún día en Las Crisálidas.
    Un abrazo, mi joven amiga.


(*) Así decíamos en Jaca, de niños, cuando algo con lo que jugábamos quedaba atrapado en un balcón, terraza o árbol; fuera de nuestro alcance y con difícil acceso.

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