Si Felipe González dijo una vez que su libro de cabecera era Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, opinión que yo suscribía plenamente, tengo que decir que hoy yo añadiría Un instante eterno: Filosofía de la longevidad, de Pascal Bruckner. Habría que subrayarlo entero.
Este escritor y filósofo francés habla de esa etapa de la vida, a los 50 o los 60 años, en la que vislumbramos o nos obligan a hacerlo, por cómo nos miran, por cómo nos mal-tratan o por cómo nos relegan, a pesar de ser un 30% de la población mundial, de que ya no somos jóvenes. Pero nosotros sentimos que seguimos siendo los mismos “lo que cambia es la mirada de los demás”.
¿Qué hacer con ese tiempo “de más” que la ciencia o las mejores condiciones de vida nos han ido regalando? Lo cierto es que no es que vivamos más, es que somos viejos más tiempo. “La longevidad es una variedad estadística, no una garantía personal”.
El ensayista francés defiende una vejez viva e intensa. Hoy ya no hay una, sino muchas edades de mayores, y solo la que está inmediatamente antes de la muerte merece el nombre de anciana. Por lo tanto, se necesita un desglose más fino de la escala generacional.
Es excelente que las personas mayores de 50 años no deseen hoy en día permanecer al margen, sino persistir en su expresión. Los jóvenes y los mayores no tienen las mismas habilidades y pueden complementarse mutuamente. El fin obligatorio (o semiobligatorio) a esta edad nos sumerge en la maldición del ocio absoluto como forma de vida, decidir que las pruebas han terminado y entrar en el mundo de los viejecitos que echan la partida, que juegan a la petanca mientras esperan la sopa. Un ocio que no se utiliza para actividades culturales sino para hipnotizarse delante de las pantallas.
El escritor da respuestas con una cualidad disyuntiva, o lo uno o lo otro, porque nunca responderemos de manera homogénea a cuestiones vitales: No poner límites o decidir que las pruebas han terminado, aunque “Estar a merced de las tripas, los bronquios y las articulaciones es una hermosa lección de humildad”.
Pues NO y NO!!, que diría mi nieto, y yo, que soy abuela.
El autor anima a la rebelión. A renacer envejeciendo y desterrar lo que Montaigne llamaba ”las arrugas del alma”: “el gruñón, el malhumorado y el refunfuñón están al acecho dentro de nosotros, listos para salir a la mínima decepción”
Se podría decir que el secreto de una vejez feliz radica en cultivar todas tus pasiones, todas las capacidades hasta bien avanzada la vida, en no abandonar nunca ningún placer ni ninguna curiosidad, el lanzarse a retos imposibles, en continuar hasta el último día amando, porque más allá de los 60 no hay un desierto sentimental ni erótico; trabajando, viajando y permaneciendo abierto al mundo y a los demás. Teniendo en cuenta lo que dijo Aristóteles: “No todo lo que está inmóvil está en reposo” y sin monotonía no es posible transformación alguna.
“Me apasiona el final de mi vida. No me siento viejo en absoluto, excepto cuando me afeito y me veo en el espejo”. Keith Richards.
Quizás algunos nos parezcan patéticos, ridículos en su afán por resistir, por recuperar el encanto de los primeros días. Buen ejemplo de ello, la desaparecida duquesa de Alba, poniéndose al mundo por montera. Olé sus… ¡¡ovarios!!. “Es mejor adherirse apasionadamente al paso del tiempo que maldecirlo” porque “La certeza de que algún día moriremos transforma la vida en tragedia y pasión”
La experiencia y el conocimiento suelen avanzar con los años. “Solo los años traen el arte del matiz”. Ahí están Picasso, Miró, Goya en sus últimos años. La última ópera de Verdi, la última obra de Chateaubriand… Directores de cine maravillosos como Woody Allen, Clint Eastwood, Roman Polanski… “Mientras amemos, mientras creemos, seguiremos siendo inmortales”.
Mantener o recuperar una actividad significa volver a poner a las personas en contacto, al servicio de los demás, convirtiéndolas en actores de nuevo, en el pleno sentido de la palabra. Significa poner fin al prejuicio de que los mayores son una clase parásita, de la que se espera ansiosamente que ceda el paso a los más jóvenes. Significa (y tenemos que evitarlo con todas nuestras fuerzas), beber demasiado té de hierbas de los ojos que es la televisión o la web.
“A cualquier edad tenemos la opción entre el tormento fértil y el bienestar soso” y vivir es siempre admirar más allá de uno mismo. El ejemplo de un ser humano vale todos los principios de la filosofía.
El autor termina con que la única palabra que debemos decir cada mañana, en reconocimiento del regalo que se nos ha dado, es: Gracias.
En resumen, un ensayo imprescindible para entender la longevidad y la generación silver, esa en la que pasar de los 60 significa alegría, júbilo y poder disfrutar de muchos, muchos años venideros:
“Espero vivir hasta mi muerte” (Jean Paulhan).
UN INSTANTE ETERNO, Filosofía de la longevidad.
Autor: Pascal Bruckner
Editorial Siruela Biblioteca de Ensayo.
204 páginas. ISBN: 9788418436635 Año 2021.