El modelo de cesión de uso de viviendas se puede resumir en dos puntos importantes: la titularidad colectiva del inmueble, es decir que no es ni público ni privado; y el modelo de cesión de uso de viviendas, un híbrido entre alquiler y compra.

Se trata de una fórmula de acceso a la vivienda que parte de la constitución de una cooperativa sin ánimo de lucro. La cooperativa asume el derecho de superficie sobre el terreno y la propiedad del inmueble, que significa el derecho a construir en una propiedad ajena.
Los socios de la cooperativa disponen del uso de este inmueble, por lo que no se definen ni como inquilinos ni como propietarios, sino como residentes.
Respecto a la titularidad colectiva, significa que la propiedad de las viviendas siempre recae en la cooperativa. Es una estrategia pensada para eliminar la posibilidad de lucro inmobiliario, puesto que el socio no está autorizado a vender ni alquilar su piso. De este modo, se hace imposible la generación de plusvalías o el lucro individual, poniendo el foco en el uso de la vivienda y no su convencional mercantilización. Así, además de abaratar el precio de acceso a la vivienda, el modelo comporta la implicación y corresponsabilidad de los usuarios tanto en el proceso de promoción como durante la vida colaborativa, fomentando valores sociales y medioambientales.